La magia de este combate de WWE

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La magia de este combate de WWE

Un combate de WWE obtiene las cinco estrellas. Mucha conmoción ha causado la decisión de Dave Meltzer de calificar con cinco estrellas el combate de WWE entre Seth Rollins y Cody Rhodes en el evento hell in a cell. Esta contienda fue la que dio fin a una trilogía de contiendas excelsas y significó una victoria para tanto para WWE, como para la misa AEW y sobretodo, para Cody y Seth. Pero ¿realmente este combate de WWE es merecedora del galardón impuesto? Pues bien, más allá de validar o no la escala de calificación de Meltzer, creo que es pertinente arrancar diciendo que él ha sido claro en múltiples ocasiones que su criterio de evaluación varía según la empresa o producto que esté valorando. No es mi intensión ser un “Meltzer boy” y defenderlo a ultranza, ni tampoco asegurar que su pauta de puntuación es la mejor, solo creo considero exagerada la animadversión hacia su opinión al tildarla de “sesgada” por haber calificado combates con 5 estrellas solo por “celebrarse en el Tokio Dome”, por encima de otros que según la apreciación popular lo han merecido más (caso Taker vs. HBK en Wrestlemania).

El combate de WWE de cinco estrellas

Lo cierto es que Meltzer tiene criterios de apreciación distintos para cada empresa y dicha situación la ha hecho pública, por ejemplo, en NJPW valora la intensidad, el desarrollo y el espíritu del combate en WWE, en AEW evaluúa la coreografía, la ejecución y el impacto visual y en WWE tiende a decantarse por el desarrollo de historia y su interconexión con lo plasmado en el cuadrilátero. Es decir, cada empresa se gana sus 5 estrellas por parámetros diferentes y no necesariamente comparables entre sí, si un combate de AEW gana 5 estrellas no significa que sea mejor que un combate de WWE que obtiene 4.75, simplemente son diferentes y no se pueden comparar peras con manzanas. Eso se lo dejamos a quienes se valen de números para discutir.

Dicho lo anterior, la lucha de Cody y Seth fue una oda a la narrativa, fue un clímax perfecto para una rivalidad que inició con una premisa simple pero que terminó adquiriendo un alto nivel de dramatismo y un trasfondo tácito de guerra inter-promocional. Cuando mencioné al principio que esta lucha también fue un triunfo para AEW lo digo porque indirectamente WWE está reconociendo a Cody como una figura estelar y a AEW como parte del nicho que le ayudó a Rhodes a conseguir dicho estatus, admitiendo claramente que este no lo alcanzo dentro de la propia WWE.

Cabe recordar que Cody salió del emporio McMahon cayendo derrotado ante “Mr. Jobber-Man” Zack Ryder (para ese entonces) en el show menos relevante de la parrilla de WWE (Main event) y comparar esa foto con la pomposidad y grandilocuencia con la que se presenta hoy en día el “American Nightmare” implica un cambio del cielo a la tierra. Es casi una forma de reconocer que el sujeto cambió su nombre, limpió su estigma y se reinventó a si mismo fuera de WWE, dándole valía a su nombre y adquiriendo el estatus de “superestrella” por fuera de esta empresa, dando entender que si es posible convertirse en una estrella alejado de los caminos de la gran E. Si bien se podría argumentar que Drew McIntyre fue “el primer hijo prodigo en retornar mejorado a casa”, es claro que su nuevo ascenso fue más paulatino, pues este no salto directamente al plano estelar de golpe ni recibió el trato que si ha tenido Cody desde su regreso.

¿Todos ganan con las luchas de cinco estrellas?

Todos ganan con esto. AEW adquiere reconocimiento como una empresa capaz de consolidar estrellas al nivel de WWE y esta última gana un valioso elemento en Rhodes, que puede ayudar soportar el escaparte de las estrellas que tanto le ha costado forjar en los últimos años. Sin embargo, quien más gana es Cody, pues aun cuando la cúspide de su reinvención se gestó en una “empresa rival”, Cody valida con ello lo que él mismo dijo hace un tiempo, paso de ser “indeseable a ser incuestionable” demostrando por qué él apostó por sí mismo y la victoria que eso significa.
Por su parte, Seth Rollins se ha convertido en el caballito de batalla de la WWE, siendo quizás uno de los mejores, más sólidos y más confiables “performers” dentro de esta empresa, pero además estructurando en el proceso por fin un personaje que le sienta bien, con el que se siente cómodo, con el que se puede expresar libremente y con el cual, ha conectado de forma orgánica y genuina con la fanaticada. Para muchos, él es el MVP de WWE en estos tiempos modernos.

Este choque de caminos es casi poético, pues Cody nació en una cuna de oro, viene de una dinastía, es el heredero de un bagaje legendario que se esperaba lo iba posicionar automáticamente en un escalón de privilegio. Dinastías como la samoana o los apellidos “Orton” o “Flair” sitúan a sus miembros inmediatamente un peldaño por encima de los “Lopez” o los “Cardona” en el negocio, (solo poniendo un ejemplo) y sin embargo, Cody no pudo capitalizar dicho legado y tuvo que atravesar el camino rocoso de la escena independiente, de los viajes intercontinentales e incluso tuvo que ser gestor de una empresa oponente para alcanzar el potencial que su herencia le destinaba, es decir, es la historia del príncipe que se volvió obrero para lograr triunfar.

En cambio, Seth proviene de un escenario totalmente opuestos, sus orígenes son los más humildes dentro de lo que cabe en el mundo de la lucha, él ha combatido ante 10 personas como público en los estigmatizados “salones de bingo”, pasó por la escena independiente y el territorio de desarrollo de WWE, para llegar a ser de forma paulatina una leyenda en esa compañía, representa todo lo contrario a Cody, es el tipo que (dentro del canon por supuesto), surgió de los barrios “pobres” y ahora es el más grande burgués de toda la industria, olvidando sus orígenes y estableciéndose como la dinastía misma, es el mendigo que se convirtió en rey.

Este choque de caminos, este contraste personajes y personas es lo que enriqueció y permitió un paralelismo casi bucólico en esta historia que casi de forma involuntaria se convirtió en algo muy interesante de seguir. Este contexto nutre la lucha y aquí quiero detenerme en otro factor: la celda infernal, porque desde que “Hell in a cell” se convirtió en un “evento Premium” temático, esta estructura perversa dejó de tener el significado que tuvo en antaño. Antes la celda era el sinónimo del cierre de un ciclo, era la estructura que se reservaba para darle fin las rivalidades más personales y cruentas, que requerían la brutalidad del “patio de juegos del demonio” para resolver las cuentas pendientes, sin embargo, siendo ahora una parada fija dentro del calendario de WWE, la “celda infernal” pasó de ser eso, a ser simplemente un escalón obligado que forzaba a algunas rivalidades a ingresar a esta estructura aún sin tener el trasfondo necesario para hacerlo. La celda se convirtió además en un elemento ornamental más que en algo al servicio de la historia… pero este no fue el caso de Cody y Seth.

Seth magistralmente vendió en solitario el “hype” de su lucha hacia Wrestlemania, tanto él como Kevin Owens tuvieron la maestría suficiente para crear por si solos la expectativa de cara a sus contiendas en el evento más grande de todos, con el mérito aún mayor de Rollins de hacerlo sin conocer el nombre de su rival. De ahí en adelante el conflicto escaló hasta convertirse en uno que requería a la estructura, la celda para esta lucha se sintió como el complemento perfecto y necesario para sellar el conflicto, pues este ya no se sentía como un “combate de WWE” más, aquí no se disputaba el honor, ni siquiera se buscaba refrendar el rótulo de ver “quien es el mejor”, lo que estaba en juego eran las ansias de destruir al rival, de hacer trizas a quien por meses se convirtió en un némesis físico y mental y ver arder en el infierno el alma de aquel que odias: la celda era un medio y un fin, no solo un adorno.

La lesión de Cody Rhodes antes del combate de WWE de cinco estrellas

Ahora, la lucha fue mucho más de lo que pudimos esperar y aquí hay un factor que juega un papel importante en la historia contada sobre el ring que fue: la lesión de Cody. Cuestiono que muchos medios hicieron eco de un concepto médico por parte del personal de WWE, asegurando que estos le dieron el aval de luchar ya que “la lesión no podía ponerse peor” y eso es completamente falso desde el punto de vista médico. El “British journal of sports medicine” publico un acróstico de manejo para las lesiones osteomusculares, el cual afirma que todas las lesiones de esta índole solo necesitan “peace & love” y donde cada letra de esta nemotecnia corresponde a un punto específico del tratamiento que incluye la compresión, la elevación, la realización del ejercicio cardiovascular y el inicio temprano de terapia física, pero el punto que nos atañe aquí es que JAMAS una lesión osteomuscular esta exenta de empeorarse si se perpetua el gesto deportivo lesivo y por eso la letra “P” del acróstico significa “Protección”, lo cual implica el cese de todo movimiento o actividad que genere dolor o que pueda evitar un normal desarrollo del proceso biológico reparador de la lesión. Dicho lo anterior considero que no creo que el equipo médico de WWE le haya dado el alta para competir bajo esas circunstancias y quizás fue el mismo Cody Rhodes quien debió conocer los riesgos de hacerlo y, aun así, los asumió. Dicha actitud puede entenderse como valiente, pero también como irresponsable y osada de su parte, pero nadie puede negar que el compromiso de este gladiador ante una circunstancia de esta magnitud es innegable.

Lo anterior es importante porque una lesión en el pectoral mayor limita sobremanera los movimientos de aproximación del brazo cuando este se encuentra extendido (como realizar un press pecho o una maniobra sencilla como un candado a la cabeza) y más teniendo en cuenta la severidad de la lesión de Cody, por lo cual, era evidente que Rhodes sería incapaz de brindar una “performance” a su cien por ciento y teniendo en cuenta el nivel de peligrosidad del combate y la intensidad a la cual escaló el conflicto, resultaba muy tentador ver cuán acorde podía llevarse a cabo la acción respecto a las expectativas generadas por la lucha… y la realidad es que las sobrepaso

En efecto quizás Cody no pudo combatir con todo lo que tiene, se sabe según algunos medios que incluso algunos “spots” de riesgo fueron cancelados para la lucha, pero todas las limitantes físicas fueron subsanadas con psicología y una narrativa bien estructurada alrededor de la propia lesión. Al ingresar Cody a la celda con el enorme hematoma localizado en la región de su pectoral derecho, prácticamente le estaba anunciando a Seth un tiro al blanco al cual atacar, dicha situación fue aprovechada de forma magistral para contar la historia que la lucha quería desarrollar, con un Rollins intentando sacar ventaja de la injuria y atacando a mansalva ese lugar y Cody sobreponiéndose al dolor e improvisando ofensivas que lastimaran a su rival mientras protegía su zona lastimada o incluso, a veces, poniéndola en mayor riesgo.

Destruyendo a tu oponente en esta lucha de WWE

Los fundamentos técnicos de la lucha por supuesto fueron más simples y directos respecto a los combates previos, no solo por la lesión de Rhodes sino por el contexto dado, ¿recuerdan? Este ya no era un “wrestling match” común sino una guerra en el inferno, por lo cual, ningún luchador iría en búsqueda de llaveo a ras de lona, sino que intentaría de lleno a lastimar a su adversario. La motivación no era el deseo de demostrar superioridad luchistica sino destruir a tu oponente y eso es lo que pedía el contexto y la lucha. Adicionalmente la fanaticada acompaño el combate de principio a fin brindándole a este una atmósfera especial y permitiendo que todos estos elementos se articularan de forma sublime. Punto aparte fue el esfuerzo de Cody, pues, aunque este tuviera un “ala rota”, hizo de tripas corazón para dar un espectáculo formidable y si bien gran parte de los “spots” de riesgo los ejecutó Seth, Cody no se limitó a ser un simple acompañante ni dejó toda la responsabilidad de la acción a Rollins sino que fue a la ofensiva y lucho con corazón.

El resultado de ello no solo fue una lucha dramática y emotiva. Aquí es cuando la diferencia entre el estilo de combates de AEW y de WWE se diferencian, mientras en AEW prima la coreografía, el vértigo y las movidas visualmente impactantes, WWE intenta venderte una historia contada a través de una premisa desarrollada en los shows semanales y desenvuelta en una lucha que no es más que una extensión de dicha historia y sin embargo, el arribo de Cody a WWE le ha dado de hecho a sus combates un poco de esa impronta del estilo de AEW, potenciándola con el estilo de narrativa propio de WWE y eso es lo que hace peculiar no solo a esta lucha, sino a la rivalidad entera.

Y antes de recibir ataques de los fanáticos de una u otra empresa, no con eso quiero decir que un estilo u otro sea mejor, simplemente que son diferentes entre sí y ante la diferencia están los gustos. Yo aprecio ambas formas de presentar el wrestling y aprecio cuando cada una de ellas lo hace manera perfecta como ha sido el caso de esta lucha dentro de la celda infernal.

Esta lucha fue galardonada con cinco estrellas tras más de 10 años de que un combate de WWE (en el roster principal) recibiese esta distinción y considero que dicho premio es absolutamente justo¸ ya que la lucha fue soportada y argumentada bajo una historia que inicio de forma simple, pero que fue escalando hasta un nivel de intensidad optimo que solo la celda infernal podía resolver, porque la acción en el ring fue muy bien desarrollada y acompañada por el público, pero más allá de eso, porque la psicología y la narrativa del combate en WWE estuvieron muy bien encaminadas para convertir una adversidad en una fortaleza. Considero que esto especialmente es un premio a las agallas de Rhodes, quien aún de forma un tanto insensata, decidió arriesgar aún más su físico y trabajar a través del dolor para cerrar una trilogía de combates memorables que quedarán grabados en la historia del “wrestling” moderno. A largo plazo además esta lucha tendrá un impacto enorme, pues una de las preguntas que tenía yo como fanático era “¿Cuánto va a durar “over” Cody con la fanaticada?” Pues conozco la labilidad de la comunidad luchistica y especialmente la que opina en internet, la cual un día adora a un luchador y al otro lo detesta, sin embargo, creo que esta actuación de Cody termina de trasladarlo de ser simplemente la atracción y novedad del momento, a ser una figura respetable dentro del elenco de WWE, pues gracias a esta contienda no solo sembró dentro del canon de WWE su jerarquía, sino que se ha ganado el respeto de la fanaticada y la empresa misma, confirmando y consolidando su merecido lugar en el escenario estelar.

Y por último, no podemos dejar de resaltar que Rollins volvió a dar otra actuación memorable como ya es costumbre. Es el antagonista perfecto, irritante, molesto, pero que es capaz de soportar sus palabras dentro del ring. Un “performer” excepcional capaz de sacarle una gran lucha a una escoba y que no tiene ningún reparo en perder en tanto esto le beneficie a la historia y al entretenimiento deportivo. Enormes gladiadores son este par, felicitaciones por el merecido reconocimiento adquirido.

Por Taker LOD

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