No se habla de Benoit, no, no, no… pero deberíamos

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No se habla de Benoit, no, no, no… pero deberíamos.

Han pasado 15 años desde la muy trágica partida de la familia Benoit y, sin embargo, tanto personalidades como fanáticos de la lucha libre aún no hemos podido realizar una catarsis ni hemos abordado de fondo la problemática suscitada por estos muy desafortunados hechos. Como muchas veces nos ocurre en la vida, en lugar de asumir y abordar las situaciones difíciles, preferimos guardarlas debajo de la alfombra y tomar una actitud reactiva, evitativa y renuente ante ellas… pero por respeto y en conmemoración a la memoria especialmente de Nancy y Daniel Benoit, creo que es importante hablar sobre los factores que pudieron conducir a esta horrible situación y concientizar a las personas sobre una realidad que pudiese además, ayudarnos a sanar heridas y evitar que tragedias como esta ocurran también en otros contextos.

Comentario a los fanáticos…

He leído en redes sociales un sinfín de comentarios agresivos en contra de Chris Benoit y créanme que no culpo a la gente por sentir aversión por este personaje, ya que lo que hizo fue deplorable, sin embargo, ¿Qué ganamos con eso?, ¿el desprecio y el odio nos devolverán las vidas perdidas? ¿nos hace socialmente más aceptables despreciar públicamente hechos que no conocemos en su profundidad?, creo que, al contrario, eso nos convierte en una comunidad liviana a la hora de emitir juicios e incluso, inmoral a la hora de expresar opiniones polémicas sin conocer los contextos. Insisto en que mi intensión de ninguna manera es expiar de responsabilidades a Chris Benoit, pero esparcir una narrativa de odio y juicio hacia el canadiense no solo re victimiza a personas que quieren dejar atrás este horrible hecho como David Benoit (el otro hijo de Chris Benoit) o Sandra Toffoloni (hermana de Nancy Benoit), sino que obliga a muchos a cargar con pecados y estigmas impropios. Si Sandra y David, (que fueron directamente tocados por esta espeluznante realidad), pudieron sanar su corazón y vivir con relativa paz, ¿por qué no nosotros?, no nos corresponde como humanidad ser jurados de la vida ajena, sino, aprender las lecciones que las adversidades dejan y buscar reparación, prevención y no repetición de este tipo de calamidades.

Factores que posiblemente llevaron en conjunto al horrible desenlace

Encefalopatía crónica postraumática…

El doctor Bennet Omalu, en el año 2005, fue la primera persona en describir la “encefalopatía crónica postraumática” (CTE por sus siglas en ingles) en jugadores de futbol americano, (hay una película muy recomendada sobre este descubrimiento protagonizada por Will Smith llamada: Concussion). Una concusión cerebral es definida como: “una lesión cerebral traumática inducida por fuerzas biomecánicas como lo puede ser un golpe directo a la cabeza, cara o cuello, que generan un inadecuado flujo sanguíneo hacia el cerebro, impidiendo que este pueda satisfacer sus demandas metabólicas de manera momentánea, trayendo esto un deterioro de inicio rápido y de corta duración de la función neurológica, la cual, si bien usualmente se recupera de manera espontánea, en algunos casos puede generar signos y síntomas como confusión, amnesia, perdida del estado de conciencia, mareo, mirada vacía, dolor de cabeza, entre otros. Pueden durar varios minutos u horas” (1).

La CTE por su parte es causada por lesiones repetitivas en la cabeza, las cuales generan una pérdida progresiva de la memoria y de otras funciones cerebrales. Cuando un objeto o elemento externo golpea el cráneo de un luchador (por ejemplo), el cerebro dentro de este realiza un movimiento de contragolpe tipo “rebote”, que cuando sucede en reiteradas ocasiones, puede causar una lesión secundaria al daño de unas proteínas del cerebro llamadas: tau, las cuales tienen como función unir las piezas que conforman la estructura de nuestros cerebros. Estros traumas repetitivos hacen que estas proteínas tau se fragmenten en pedazos más pequeños y desorganizados, los cuales pueden acumularse entre las células del cerebro e interrumpen la comunicación normal entre las neuronas, provocando cambios dañinos en el pensamiento, el comportamiento y en el estado de ánimo. Si bien la CTE es un fenómeno progresivo, de largo plazo y sin una cura para la ciencia actual, existen estrategias para prevenir su aparición al menos de forma temprana, como lo son: utilizar artefactos de protección como los cascos, permitir un tiempo adecuado de recuperación posterior a las concusiones (alrededor de tres semanas) y, por supuesto, disminuir el número y la intensidad de los impactos directos a la cabeza en deportes como el wrestling (2).

Según diversos reportes periodísticos, la familia Benoit ha contribuido en la investigación de esta patología, en búsqueda no solo de esclarecer las causas que llevaron a Chris a cometer estos actos lamentables, sino para apoyar a la ciencia en el entendimiento completo de esta condición. Según los estudios publicados por el mismo doctor Omalu y según declaraciones del doctor Julian Bailes en el “Sports Legacy Institute”, el cerebro de Benoit presentaba claros signos de CTE, siendo el primer caso de un luchador profesional en el que se demostró con evidencia neuropatológica la presencia de esta enfermedad, ello evidenciado por el hallazgo de inclusiones de proteína Tau con caída neurocortical asociada en el cerebro del canadiense en la autopsia (3). Esto podría explicar en parte por qué una persona que siempre fue calificada por sus amigos y familiares como “cálida y amable”, pudo llegar a cometer un crimen tan cruel y despiadado. Otros hallazgos de la autopsia incluyeron agrandamiento del corazón, presencia de alprazolam e hidrocodona en la sangre (benzodiacepina usada para el tratamiento de la ansiedad y opioide usualmente usado con fines analgésicos respectivamente), y evidencia de testosterona exógena en la orina (4).

Uso de esteroides anabólicos androgénicos y otras sustancias…

Lo anterior nos conduce a otro factor que pudo haber catalizado esta tragedia, el cual es el uso crónico de esteroides. Según reportes policiales, en la escena del crimen fueron hallados esteroides anabólicos y estos a su vez pudieron haber suscitado un fenómeno denominado “rabia de los esteroides”(3). Vince McMahon y su organización: WWE, han sido foco de acusaciones en el pasado por distribución de esteroides entre sus luchadores y Vince de hecho ha sido llamado a declarar ante la justicia en 1994 debido a esta práctica ilegal y riesgosa para la salud (5). La razón para alentar el consumo de estas sustancias entre las superestrellas ha sido fomentar un estándar estético respecto a cómo debe lucir físicamente un luchador, para con ello generar una sensación de realismo y grandeza y darle al “wrestler” un aire de “súper hombre” y hacerlo así más mercadeable para la fanaticada, (véase el caso de la polémica de “body shaming” creada por las opiniones de Booker T sobre Adam Cole). Si bien Chris Benoit no era precisamente un alfeñique, claramente tampoco era el sujeto más grande en comparación a otros portentos físicos como lo son (o fueron) Batista, Bobby Lashley o Ultimate Warrior (solo por citar algunos ejemplos), por lo que, intentado calar en el molde apetecido por el emporio McMahon y triunfar así en la industria que tanto amaba, Chris aparentemente era un consumidor recurrente de esteroides anabólicos androgénicos (EAA) y a estos a su vez desde los años 80s, se les ha asociado con un incremento en la agresividad y niveles de violencia de sus usuarios, dicho fenómeno siendo bautizado como: “rabia de los esteroides”, la cual ha sido demostrada especialmente en modelos experimentales. Estudios como el de Lundholm y colaboradores demostraron que, si bien sujetos que habían sido condenados por un delito violento informaron con mayor frecuencia el uso de EAA; esta asociación deja de ser significativa una vez se toma en cuenta el uso de otras sustancias. Choi de hecho ha realizado comentarios a los trabajos de Lundholm revelando que el uso de EAA suele ser más frecuente en personas con tendencias a ser más agresivas, por lo que todavía no es posible afirmar si el uso de EAA conduce a la agresión y la violencia, o por el contrario, tener estos comportamientos conduce al uso de EAA (6)

Lo que parece claro desde la investigación científica es que, aunque la exposición a EAA en adolescentes y adultos incrementa los niveles de agresividad, las consecuencias de dicha agresión no están determinadas por los EAA por si solos, sino que la influencia del contexto social, el ambiente y el carácter intrínseco del individuo son factores determinantes (4). Es posible que un ambiente de alta agresividad, competitividad, exigencia física, constantes viajes y adrenalina liberada por la misma acción en el ring, sirvieran como detonantes para una liberación de agresividad desbordada por parte de Benoit y ello aportar a su vez a la ocurrencia de la tragedia.

Depresión…

Otro de los grandes factores colaboradores a la decadencia de Chris Benoit sin duda alguna fue su salud mental. En los sucesos narrados por la misma Vicky Guerrero (esposa del también fallecido luchador Eddie Guerrero) en uno de los capítulos del documental “Dark side of the ring” (muy recomendado), ella cuenta como Chris sufrió como nadie la muerte de su amigo, llorándolo todo el tiempo hasta el punto en el que se le podía encontrar solo en la habitación de Eddie, abrazando su almohada y sollozando de forma desconsolada. Para nadie es un secreto la cercanía que Chris tenía con Eddie, a quien conoció a mediados de la década de los 90s cuando ambos se encontraban luchando en New Japan Pro-Wrestling, convirtiéndose desde entonces en mejores amigos y desarrollando un vínculo espiritual no solo entre luchadores sino entre sus familias. Aunque se podría teorizar que este cambio en el estado de ánimo de Benoit podría hacer parte del espectro de la CTE, también parece ser que el fallecimiento de Guerrero pudo ser un evento desencadenante de depresión y la interacción de estos dos factores perjudicar de forma conjunta la salud mental de Benoit. Quizás sea difícil determinar una relación de causalidad o temporalidad entre ambas situaciones, pero una asociación y sinergia sí parece algo plausible, quizás nunca lo sepamos.

En atletas colegiales se ha documentado que la prevalencia de depresión varía entre el 15.6% al 21%, donde, la mayoría de los que completan suicidio son hombres. Los factores que suelen contribuir al comportamiento suicida entre atletas son: tener una lesión grave que requiere cirugía, un proceso de rehabilitación prolongado (6 semanas a 1 año), tener habilidades atléticas reducidas a pesar de haber realizado una buena rehabilitación, una falta percibida de competencia al regresar a los deportes y ser reemplazado por un compañero de equipo en su puesto (7). Si bien Chris Benoit no presentaba ninguna de estas características, es importante tenerlas en cuenta a la hora de evaluar otros deportistas que exhiban estos factores de riesgo y cambios en el ánimo.

Conclusión…

Al final, no hay un solo factor que pueda explicar el comportamiento y las acciones de Chris Benoit, además de las circunstancias ya mencionadas, en la cabeza y corazón del ex luchador quizás había aún más situaciones que jamás podremos dilucidar y su dolor o sufrimiento es algo que tal vez nunca podamos comprender. Lo que considero rescatable dentro de esta lamentable situación es que, antes de juzgar el físico de un luchador, o exigir un cierto estereotipo de cuerpo para una superestrella, o solicitar más violencia en los combates, o patrocinar el “pop” fácil ante “spots” excesivamente peligrosos, o llamar “bulto” a un luchador sin saber si este puede estar cursando con depresión o una mera merma en su confianza; entendamos que detrás de cada personaje hay una persona y una familia que los espera en casa, que cada luchador ama el deporte pero también se gana la vida con él a través del dolor y el sacrificio y que nosotros como fanáticos debemos admirar su trabajo y no ser contribuyentes de su decadencia. Chris Benoit cometió un acto horrible, imperdonable, pero no es a nosotros a quienes nos corresponde juzgar o condenar dicha acción. Como dije al inicio, es hora de hablar abiertamente de estos problemas, no solo dentro del Pro-wrestling, sino en el deporte en general, no minimizar ni romantizar los daños físicos y psicológicos de la gente, sino prestarles atención oportuna, conocer los signos de alarma y alertas que cada persona puede emitir y sobretodo, ser más comprensivos y amables como comunidad, pues nunca sabremos cuando nosotros mismos estemos contribuyendo a empujar a un individuo hacia estas orillas. Yo prefiero recordar a Benoit como el gran luchador que fue, atesoraré con cariño la imagen de él levantando el título mundial pesado en Wrestlemania XX junto al gran Eddie Guerrero, pero sobretodo, contribuiré a no generar más odio y visibilizar dentro de mis posibilidades las posibles causas que llevaron al asesinato de Nancy y Daniel, para con ello enaltecer su memoria y ayudar a que este horror no vuelva ocurrir. Que en paz descansen sus almas.

En memoria de Nancy, Chris & Daniel Benoit

Bibliografía

  1. Herring S, Kibler W Ben, Putukian M, Solomon GS, Boyajian-O’Neill L, Dec KL, et al. Selected issues in sport-related concussion (SRC|mild traumatic brain injury) for the team physician: A consensus statement. Br J Sports Med. 2021;1–11.
  2. Yadikar H, Johnson C, Mouhawasse E, Kurup M, Nguyen L, Pafundi N, et al. CTE: The Hidden Risk of Playing Contact Sports. Front Young Minds. 2019;7.
  3. Benoit’s Brain Showed Severe Damage From Multiple Concussions, Doctor and Dad Say – ABC News [Internet]. [cited 2022 Jun 24]. Available from: https://abcnews.go.com/GMA/story?id=3560015
  4. Lumia AR, McGinnis MY. Impact of anabolic androgenic steroids on adolescent males. Physiol Behav [Internet]. 2010;100(3):199–204. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.physbeh.2010.01.007
  5. Vince McMahon: WWE CEO’s 1994 steroids trial the subject of scripted series – Sports Illustrated [Internet]. [cited 2022 Jun 24]. Available from: https://www.si.com/wrestling/2021/07/26/wwe-scripted-series-vince-mcmahon-1994-steroids-trial
  6. Dunn M. Commentary on Lundholm etal. (2015): What came first, the steroids or the violence? Vol. 110, Addiction. 2015. p. 109–10.

7. Wolanin A, Gross M, Hong E. Depression in athletes: Prevalence and risk factors. Curr Sports Med Rep. 2015;14(1):56–60.

Autor: Taker LOD

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